The Revolutionary Association of the Women of Afghanistan (RAWA)
RAWA


 

 

La Gran Época, April 22, 2010

La heroica lucha por los derechos de la mujer en Afganistán

Mariam Rawi es activista de la Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán (RAWA). Facilita esta identidad por razones de seguridad y con 35 años no tiene miedo en dar voz a las mujeres oprimidas de su país que no pueden hablar.

Por María Femés - La Gran Época

Según nuestra información, la Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán se fundó en 1.977, ¿podría hacernos un muy breve resumen histórico del trabajo de la asociación que usted representa en estos 33 años de existencia?

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Manifestación de RAWA en Islamabad (Pakistán) contra el fundamentalismo el 28 de abril de 2007.

1977 fue el año en que movimientos democráticos comenzaron a trabajar en Afganistán. Muchas de las personas que componían estos nuevos grupos políticos eran muy jóvenes y estaban aun en la universidad e incluso cursando estudios de secundaria. Lo mismo sucedió con RAWA; su fundadora, Mina, era una estudiante universitaria que junto a otros jóvenes decidió fundar esta asociación, cuyo fin era alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres en la sociedad afgana.

En aquellos años la situación de la mujer no era la deseable, las mujeres eran despojadas de sus derechos, especialmente en el mundo rural, pero también en la ciudad, donde sus derechos políticos estaban muy restringidos.

Poco después se produjo la ocupación rusa y más tarde el régimen fundamentalista tomó el poder en el país. Los miembros de RAWA lucharon durante la ocupación y también durante el régimen fundamentalista en la creencia de que sólo con un gobierno democrático se podrían restaurar los derechos de las mujeres.

RAWA organizaba manifestaciones, editaba publicaciones, ahora también tiene un sitio Web que incluye versión en español, donde se publican informes y datos para que el mundo los conozca. Con los limitados recursos con los que la asociación cuenta, se organizan también proyectos educativos, orfanatos, escuelas, asistencia sanitaria para mujeres y proyectos humanitarios para ayudar a viudas y refugiadas en Pakistán.

Debido a este trabajo que hacemos tenemos muchos problemas de seguridad, amenazas y campañas contra nosotros por parte de los fundamentalistas.

¿Podría darnos su visión de la actual situación política en Afganistán?

Primero debo decir que las raíces de la situación actual arrancan en la ocupación rusa de Afganistán. Durante los diez años que duró esta ocupación, el gobierno de los EE.UU. apoyó militarmente y financió a los líderes religiosos fundamentalistas convirtiéndoles así en una poderosa fuerza terrorista. En la escena política de Afganistán son conocidos como muyahidín y también talibán. Estos grupos terroristas fueron respaldados por países vecinos como Pakistán, Irán y Arabia Saudita, y por gobiernos occidentales que tenían sus propios intereses en Afganistán.

Tras el 11S, en nombre de traer la liberación a las mujeres y la libertad, EE.UU. y otros gobiernos europeos enviaron tropas a Afganistán. La propaganda que los medios de comunicación occidentales difundieron era muy diferente a la realidad de la situación afgana.

Durante los últimos 8 ó 9 años de ocupación (por las tropas occidentales), hemos visto cómo la seguridad ha empeorado en muchas zonas, desde las grandes ciudades hasta las pequeñas aldeas rurales. La seguridad es un grave problema para mujeres, niños y ancianos.

El pueblo afgano tiene tres enemigos actualmente:

Los fundamentalistas, el llamado gobierno democrático de Afganistán, que no está siendo de ayuda para el pueblo y que ha sido impuesto por los gobiernos occidentales. Son en realidad señores de la guerra que están robando millones de dólares.

Los talibanes, que tienen lazos con los gobiernos de Irán y Pakistán y llevan a cabo atentados suicidas en zonas céntricas de las ciudades, asesinando a multitud de mujeres y niños.

Y por otro lado están los ataques de las fuerzas estadounidenses, que, según estadísticas, han matado en los últimos 10 años a 8.000 personas, la mayoría de ellas mujeres y niños. Luego están los accidentes, como bombardear bodas, escuelas, pequeñas aldeas...

Existe mucha violencia contra las mujeres, violaciones, secuestros o violencia doméstica, y el gobierno fundamentalista no proporciona ninguna clase de apoyo por parte de las instituciones, ni justicia.

Pero la seguridad no es el único motivo de preocupación del pueblo afgano, también hay retos económicos y el hecho de que Afganistán está produciendo el 93 % del opio que se consume en el mundo. Los campesinos son obligados a cultivar opio por una paga irrisoria y muchas personas se vuelven adictas a la droga.

De los millones de dólares que son enviados a Afganistán para la reconstrucción del país por agencias y organizaciones internacionales, ni un solo dólar o euro llega a la gente pobre o necesitada, debido a la extrema corrupción del gobierno. Las personas a cargo del gobierno se reparten todo el dinero que entra en Afganistán para las ayudas

Ahora hay más escuelas, periódicos, libertad de expresión, canales de televisión, pero nada de esto está trayendo valores democráticos a la sociedad afgana. Es sólo una fachada para hacer creer a la comunidad internacional que Afganistán ha cambiado, pero todos estos medios de comunicación están bajo el control de los fundamentalistas. Los gobiernos occidentales y los grupos como RAWA, de derechos humanos, son constantemente amenazados por agencias estatales. Esta libertad de expresión es muy frágil.

¿Existe alguna alternativa política al régimen que actualmente está en el poder, aunque sea en la clandestinidad?

La gente de Afganistán que está sufriendo esta tiranía es perfectamente consciente de quienes son sus enemigos. Pero el problema es que por varias razones esta conciencia es débil, no es lo suficientemente fuerte como para provocar un cambio. La razón es que durante los años de la ocupación soviética y del régimen fundamentalista, los líderes políticos democráticos que poseían una buena educación fueron asesinados. La mayoría de los activistas, incluso en Pakistán, eran encarcelados y simplemente desaparecían.

Pero la causa del cambio del movimiento democrático en Afganistán es la falta de educación necesaria para organizar a la gente como un grupo u organización política. Lo primero que se necesita es formación e información, pero las pasadas tres décadas de guerra que ha vivido Afganistán lo ha cambiado todo, las nuevas generaciones carecen de educación y de contacto con el mundo exterior y esto ha provocado la ausencia de movimientos activistas fuertes.

Por otro lado, incluso en remotas aldeas del país, sabemos que hay manifestaciones contra el gobierno y la ocupación, pero este movimiento es débil y definitivamente necesita del apoyo internacional. Necesita recursos y herramientas, y ser reconocido por la comunidad internacional.

¿Qué le pediría usted a las tropas de EE.UU. y Europa que se encuentran actualmente en el país y a sus gobiernos?

Lo que pedimos a los gobierno de los EEUU y Europa, es la inmediata e incondicional retirada de tropas de Afganistán, sean estas militares o fuerzas de reconstrucción. Y también a los países vecinos, como Irán y Pakistán, que dejen de interferir y de financiar insurgencia y terrorismo en Afganistán y dejen de crear más crisis y miseria.

Usted está en estos momentos desplazándose por España para recabar la solidaridad que permita sacar a la mujer afgana de la extrema opresión que padece, siendo España uno de los países que mantienen actualmente tropas en Afganistán ¿qué le diría o pediría en particular (a nuestro país)?

Nosotros estamos en contra de cualquier presencia militar extranjera en Afganistán, incluida la española, entendemos que la muerte de los soldados españoles es el resultado de una política equivocada del gobierno de España. Pero la razón por la que estoy en España no es para pedir nada al gobierno español ni a ningún otro. La razón por la que estoy aquí, es pedir a los activistas contra la guerra que organicen más manifestaciones, reuniones, que traten de conseguir repercusión mediática en los medios locales y que difundan toda la información que puedan sobre la situación en Afganistán a amigos, familia, escuelas... etc.

¿Podría contarnos un hecho concreto o anécdota que más le haya entristecido a lo largo de su experiencia como activista de RAWA?

Crecí en un orfanato de RAWA y fui a una escuela de RAWA, así, todas mis habilidades y cultura se las debo a RAWA y a organizaciones como ella, que cambiaron mi mentalidad, mis perspectivas y mi futuro. Pero lo que más me apena es que por circunstancias no pude terminar mi educación. Siendo una refugiada en Pakistán, la falta de universidades, la crisis económica y con mi trabajo en RAWA, no pude estudiar lo que yo hubiera querido. Aún sueño con ello, pero parece que de momento no es posible.

¿Y el hecho o anécdota que más le ha alegrado?

Lo que me hace estar muy orgullosa y me da mucha alegría es cuando miro hacia atrás, a la historia de RAWA y veo la situación que enfrentamos y cómo sobrevivimos. No tengo un nivel de educación muy alto, pero siendo parte de RAWA he aprendido mucho y es por ello que soy muy feliz cuando viajo y asisto a reuniones con gente de diferentes organizaciones y me siento muy orgullosa de la que yo represento, a RAWA. Es una organización única en la historia de Afganistán.

¿Por qué prioridades y actividades concretas pasaría en estos momentos la solidaridad y el apoyo hacia las mujeres de Afganistán y en particular hacia una organización que como la suya se ve obligada a operar desde la clandestinidad?

Nuestra petición es para la gente de la calle que vive en los países occidentales. Creo que el movimiento contra la guerra se ha hecho más fuerte en los últimos 8 años pero aun está lejos de lograr el objetivo. Las manifestaciones en contra de la guerra, las familias de los soldados negándose a que sus hijos vayan a la guerra entre otras, son acciones que pueden ayudar a parar la guerra en Afganistán y pueden traer la paz a la región y a todo el resto del mundo.

Como representante de RAWA me gustaría que se creara una red de partidarios de las mujeres de Afganistán, no solo ya para dar información y crear conciencia de la situación, sino también para buscar la manera de ayudar a financiar organizaciones como RAWA que desarrollan proyectos para ayudar a las mujeres.

Parece difícil, pero el más pequeño paso, una actividad pequeña, lentamente irá creciendo y poco a poco cada vez más gente se unirá a luchar por el futuro de su país, del pueblo Afgano, de los derechos de las mujeres y del mundo.

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