M.L. González
La realidad que vive el pueblo afgano, invadido desde 2001 por tropas estadounidenses y de la OTAN, viene siendo explicada estos días, en distintas ciudades del Estado Español, por Mariam Rawi, activista de la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán.
En una de las escalas de su gira, Rawi afirmó en Las Palmas que la ocupación es, aunque no el único, sí el peor de los males que afectan a la población del país centroasiático. “Desde 2001 – dijo- EEUU y la OTAN han asesinado en Afganistán a 8 mil civiles, siendo este dato la mejor prueba de la barbarie que esta organización ha desatado en mi país. Eso sin mencionar otros hechos como que la producción de opio (base para la elaboración de la heroína) se ha triplicado desde que los ejércitos de la OTAN controlan el territorio”.
Criminales consentidos
“En Afganistán nunca ha habido democracia –añadió-; no la había con los talibanes, pero ahora tampoco, por mucho que los medios de comunicación se empeñen, con mentiras, en hacer ver lo contrario.
Para la activista afgana, los niveles de corrupción del Gobierno títere de Karzai alcanzan cotas inimaginables que, incluso, violan lo establecido en la Constitución del país. “Según lo que se dicta en ella –especificó Marian Rawi- los criminales y delincuentes no se pueden presentar a las elecciones afganas, pero la realidad es que muchos de ellos, identificados en listas que se manejan internacionalmente, no sólo se postulan, sino que son apoyados por el propio Gobierno y también por la OTAN. En función de ello, referirse en la actualidad al Gobierno afgano significa hablar de corrupción y crimen”.
En un escenario así, el trabajo de una organización como RAWA tiene infinitas limitaciones y se centra en la concienciación de las mujeres, que son su núcleo de atención prioritario. “No podemos obviar el hecho de que la sociedad afgana está absolutamente impregnada por la religión y dominada por los hombres y el patriarcado. Allí, las mujeres pasan de ser propiedad de los padres, a serlo de sus esposos y después de sus hijos, (dependiendo de la etapa de vida en la que se encuentren) y esa es la primera barrera que tenemos que superar: la de hacer que las mujeres tomen conciencia de que no son objetos y que, por tanto, no pertenecen a nadie. Por eso hablar de feminismo en Afganistán tiene, hoy por hoy, unos horizontes que en nada se parecen a los de esa lucha en países como España. Nosotras tenemos que construir nuestra identidad como mujeres desde muy abajo, a veces desde la salvaguarda de la propia vida (hay hombres en Afganistán que han quemado o amputado miembros a sus mujeres con total impunidad)”.
Retirada de las tropas
Avanzando en la caracterización del trabajo de RAWA, la militante afgana aclaró que en un país como Afganistán, haber creado una organización de mujeres es un hecho revolucionario y que también lo es trabajar (como ellas lo hacen) de forma clandestina, editando libros, promoviendo o participando en manifestaciones y manteniendo activa una web (www.rawa.org) para difundir, dentro y fuera del país, la realidad que se vive en él. “Por cualquiera de estas actividades –señala Rawi- en Afganistán pueden asesinarte, así, sin más.”
Sin embargo –finalizó diciendo-, “la retirada de las tropas de ocupación de la OTAN de Afganistán, incluidas las de España, es la condición indispensable para que se pueda pensar en un país sin violencia contra las mujeres. A partir de ese momento tendremos la capacidad para hacer que la educación y la toma de conciencia se transformen en herramientas para otras formas de lucha revolucionaria”.
(*) Mariam Rawi continuará durante esta semana dando conferencias en Sevilla, Madrid y Barcelona.